NUNCA ACABAR


Me siento como un imbécil volviendo, otra vez, al maldito recuerdo que representas y que no dejas extinguir, por más lluvia que caiga para lavar el sentimiento, por más soles que pasen para alumbrar tu figura, por más lunas que se hayan de parir del destello de tus ojos y tu tonta sonrisa de media cara.

Esto no es más que un vaivén de pensamientos inútiles, una huracanada de sentimientos tormentosos que lloran mares de sangre y derraman uno a uno los sentimientos desperdiciados, desgastados... Sentimientos que, aunque ya no ignoras, les temes, les huyes, no les das acogida perfecta ni recinto acogedor en tu dulce y hermosa morada.

Pero no dejes nunca de mirarme, ni dejes de exhalar tu aire, déjalo escapar de lo más hondo de tu ser pues será lo único que busque, lo único que tu cuerpo sagrado sepa regalar a este inmundo pordiosero que solo mendiga tus miradas, que solo se arrastra tras tus sonrisas...

Dame tu aire lentamente para incorporarlo en mi cuerpo, para sentirme tuyo, para sentir que somos parte del otro, que puedo guardar una esperanza inexistente y seguir soñando con las cotidianidades de nuestros encuentros.


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