CIERRATE


Debiste decírmelo en cuanto lo supiste, ahora ya es tarde para ambos. Digo para mi porque ya me encuentro fuera de esta burbuja y tengo que ver todo con los ojos vendados y llorar en silencio para que no me absorban las masas inmundas de rostros tontos y sentimientos vacíos. Digo para ti porque a pesar de todo tendrás que verme a mi caminando e ignorando que me suceden cosas, me verás y no podrás sentir que existe algo aunque estos lazos malditos nos aten a un destino irreal. 

Nunca te dejaré pues creo que este sentimiento solo crece infinitamente y parece que nunca podré dejar morir tu recuerdo, tus historias, tus besos... Y es que si tengo que decirlo, lo diré, no quiero tampoco perderte. Cada noche susurro a mi cama las mil historias que vivimos entre silencios, cada noche las sabanas arrullan mi llanto mientras perfora duramente tu ausencia. Quisiera poder perderme en otros rostros como me he perdido en el tuyo, pero me resulta imposible, pues no hay alguno que se te comparé o otros que te superen o muchos que me hagan desestimarte... Tu perfección no es más que esa cosa que escapa de la palabra para hacerla volar y perderla en la plenitud del sentimiento que ocasiona. 

Ojalá seas tu el que me deje un día, el que me abandone y se lleve consigo todos los recuerdos. Marchita los besos, quema los llantos y enloquece la cordura de este sentimiento. Ojalá un día tengas el valor para salir de la burbuja y verme con otros ojos, ojalá el valor también te alcance para dejarme tirado a  la vera de este rió que con sus aguas me llenará de júbilo y patrañas. Mejor se tú el que acabe con esta historia de insignificantes suspiros. Se tu quién deje de mirarme, quien deje de amarme, quien se pierda en la sombra y se incorporé a la masa estúpida de imbéciles que hablan y suspiran creyéndose el amor que no poseen. 

Debes decirlo ahora, ahora que mi alma esta en silencio y no pronuncia tu nombre, ahora que mi cuerpo reposa y no espera nada... Para que venga como un abatimiento, para que destruya los tejidos tontos y débiles de mi corazón, para que me mates de una vez, para que ya nunca más pueda volver a verte, sentir tenerte, rezar por amarte y vivir de esta maldita suspiradera a la almohada, esta maldita abrazadera de las sabanas que has dejado con tu olor y que has olvidado limpiar antes de marcharte para saber que volveríamos a vernos y que el destino seguiría con su maldito juego sobre nosotros. 

Pero no te vayas pronto, pero ojalá lo hagas sin dudas y con fuerza, ojalá me dejes tieso, ojalá no me hables nunca, pero que lindo que seas tu el que lo diga y que hermoso es saber que ya no te tengo aunque cada mañana te sienta más tuyo que mio y más mio que tuyo... Y vuela lejos y encuentra un hogar donde los nidos no se llamen nidos y los pájaros ya no hayan de volar nunca más. Vuela y huye, ten el valor de hacerlo, la valentía de hacerlo, el coraje de hacerlo sin silencio, con estruendo, para que mi corazón te oiga y se olvide de que existes, para que mi mente no siga soñando con tu cuerpo desnudo sobre mis sabanas blancas, para que tu vivas sanamente tu vida y yo agonice la poca que me queda.

Algo me dice, quizás son los latidos leves, que este no es el último escrito, no es el último capítulo, no es la última sonrisa, ni la primera mirada, ni el primer amor, ni el último, ni la más esquizofrenica de  todas las palabras, ni la más sana de todas las despedidas... Pero es, y lo digo con sinceridad, lo mejor.

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