RITUAL

Y sentiras como las cobijas ya no te regalan la calidez de antes y como las sabanas se vuelven un maremoto de lagrimas revueltas con pensamientos vacios, pero tristemente tan llenos de él. Sentiras como se desprende el alma de tu ser, dejaras de sentir. Escaparan los quejidos de tu boca, gritaras a la almohada lo que te ha hecho sufrir y aunque quieras no escaparas con los gritos a un mundo mas sano, a un universo menos complejo. Actuaras la escena más tonta que tus labios jamas hayan recitado y te veras como un imbecil cada vez que te retrate tu mirada en el espejo. Sentiras depronto como tus pies se enfrian, y los frotaras con desespero contra las sabanas y la almohada que has escogido para personificarlo a él, y sin más dejaras escapar las lagrimas, porque esa almohda jamas podra parecerse a él. Y ahora los dos, la amohada y tu, ya no se besaran mas los labios que no tienen. Dejaras friamente de calcular, contar y paradojicamente pararas de tener esa costumbre tuya de imaginarlo a tu lado mientras rie, mientras abraza a las mejores musas de la ciudad, mientras las hace suyas con un beso, mientras las baña de dulzuras que nunca serán tuyas. Ysera ese el trueno que despliegue la tormenta, sera la tormenta la que se canse de ti y no tu de que te empape. Maldeciras la lluvia y no dejara de caer... Y lo veras al siguiente día siempre tan radiante, lo veras a traves de la agonia infinta y no lloraras cuando sus ojos te vean pues temeras descubre lo que le has hecho a la almohada imaginando que es él. 


Pero dejalo de lado y botalo sin sutileza de la cama, sonriele al techo y masculla risas a tus adentros. 

ACABAR


Me canse de escribirle a la imposibilidad de tu amor, esperando que algún día decidas mirarme. Esperando, siempre a la maldita espera, esa que separa a ese cuerpo tuyo de este mio durante minutos en este mar de segundos perdidos, de horas olvidadas por tus ojos, que ya no vacilan ni un instante para recordarme la naturaleza que crece en el espíritu salvaje de tu aura toda oscura, toda turbia. Siempre fuiste tan indescriptible, te le escapabas a las palabras, y a pesar de eso, encontrabas siempre la manera de colarte en la hora del té, entre los sorbos indiscretos de las sílabas que solo añoraban tu presencia, siempre ausente, siempre presente. 

Y ahora que me he cansado de escribirle a tu mente, a tus ojos. Siempre terminó por escribirte, para que tus labios no besen estos míos, para que tus ojos no vean estos míos. Ahora que la edad ya me pesa en los pulmones tan polutos en tabaco y sociedad , justamente ahora, brevemente ahora, es que más te pienso, porque te he tatuado en los parpados que ya caen marchitos sobre los ojos secos. 

Pero se acabo, y quiero que lo sepas, ni una palabra más para tus ingratos sentimientos, para tu mal vestir, para tu graciosa forma de caminar, como si tuvieses algo que presumir-bastardo indiscreto-, ahora quiero olvidarme de cada uno de los recuerdos que plante solo junto a tu lado benevolente, alcanzable e indescifrable en esa mirada tuya tan pequeña y tan oculta. 

Muere ahora, tírate de tres puentes antes de que logres acabar con tu vida que no vale un centavo. Acabala para que tu fantasma no tenga otro remedio que acompañarme en estas noches de tanto frió.  




CARTA A UN DESCONOCIDO

J.P.H.P:

Creo que, como eres artista- lo digo por tu maravillosa habilidad de convertir el papel en obra- no necesitare desbordarme en palabras precisas, pues ya estás acostumbrado a sentir imágenes y a deslizarte por el gran sabor que deja todo lo abstracto, todo lo que se dice sin palabras justas.

No quiero que decidas romper las palabras, ni que muestres sin timidez un asco profundo ante esta irrupción arbitraria en tu cotidianidad. Vale la pena aclarar, con las palabras precisas, con el suspiro lento y la decisión justa, que mi intención no es solamente la de molestarte. Quiero, más que por ti, por mí, expulsar del cuerpo todo rastro que pueda causar tu alma para recordarme este sentimiento, que solo logra amarrarme a la nostalgia nocturna, al sin sabor matutino. Suena sencillo, pero es mucho más difícil cuando mis ojos inquietos desean, cada segundo más, tenerte, poseerte y amarte, dejando de lado este silencio obtuso, esta mirada oculta.

Creo que ahora, que vuelvo a verte con estos ojos enamorados, me parece particular todo el desarrollo de tu anima, de tu ser. Me entretengo con las miradas que gastas, me pierdo tontamente en tu forma de sonreír… Créeme cuando te digo que no lo haría, pero verte es una aventura, no por el simple hecho de admirarte, sino por todos esos bellos momentos en los que por mi mente pasa la idea de imaginarnos y logro vernos a través del tiempo.

La verdad es que me siento como un imbécil volviendo otra vez a tu maldito recuerdo, que no se extingue, que no muere, que como la flama de mi deseo, no se apaga. Solo fue necesario verte para que el sentimiento se sintiera libre de crecer ¿Sabes? Esto me parece solo un vaivén de sentimientos inútiles, desperdiciados, desgastados… Jamás lograrás entender este silencioso parloteo de miradas y, a pesar de todo, soy consciente que debo dejar esta ilusión, esta temible obsesión.

A ratos sueño que soy otro, que despierto un día y soy ese que logra quitarte el sueño. Así son las cosas, simples, remotamente confusas y estúpidamente complejas, porque quiero prohibirme el verte, porque ya no quiero caer en el hechizo que emanan tus ojos, tu figura, tu ser, solo quiero amarte, pero es que nos desconocemos, nos ignoramos.

Creo que, llegado a este punto, puedo leer y no encuentro un sentido a la carta que estoy escribiendo con tanto esmero… Pero es que solo necesito saber que tus ojos leen estas líneas atropelladas.  No quiero que pienses que intento enamorarte, odio luchar por imposibles, te escribo para sentir que existe una posibilidad, para que mi esperanza no esté llena de lugares baldíos.

Es curioso pensar que crees que la gente no se da cuenta cuando lo dice cada parte de tu ser, como un suspiro, como un grito ahogado. Tus pantalones remangados-tu forma entera de vestir- la extraña manera que tienes de sonreír, de caminar, de vivir siendo solamente amor y pasión. Eres todo tu una perfecta armonía, una musicalidad, la más bella de todas las melodías. Has de saber que solo ha bastado verte un poco, estudiarte en silencio para descubrirte en este conocimiento hermoso y profundo, porque hasta cuando callas, hablas. Cuando te exaltas con el color de una caratula,  y ahí busco, donde reside tu ser, no un fanatismo acelerado, un conocimiento hermoso y profundo. 

Mira, las cosas son así de simples, pero no creas que por eso no habrá decisiones que tomar y cosas que decirnos el uno al otro. Digo que son sencillas porque lo que quiero confesar no es más que un sentimiento que haces surgir de la nada, que me lleva al éxtasis y me recoge en un orgasmo silencioso y estruendoso. Y hasta ahí todo es sencillo y maravillosamente rosa. 

Luego es que tienen que venir todo este atropello social de decidir querernos o dejar esto en la Ilusión y el posterior dolor profundo de este cuerpo engargolado que solo desea que compartas ese calor que le sobra a tu dulce piel. Pero no me engañes, no te engañes tímidamente cansado de un mar de sentimientos revueltos, de pesares maltrechos... No te ciegues para que me veas a través de esos ojos menos físicos.

Contrario a tu naturaleza yo no tengo nada que mostrar, no tengo un rostro dionisíaco peso de mármol, ni poseo la algarabía que poseen tus hermosos cabellos, ni el ritmo y la musicalidad de tus labios... Yo solo tengo palabras para enamorarte, sentimientos para brindarte, nada más... 

Pero no me odies callado, ni me ames sin silencios. No te guardes en la oscuridad, ni practiques las bondades de la luz. Ahora, que ya he dicho todo, que me quedan solo lapsos de tiempo para pensar en la lujuria, que solo quedan espacios para volverme a mi, a pensar en este amor a primera vista, estos ratos en los que Benedetti me susurra al oído sus palabras ciertas… “Creo que tenés razón, la culpa es de uno cuando no enamora y no de los pretextos ni del tiempo. Hace mucho, muchísimo que yo no me miraba como anoche al espejo y fue implacable como vos, más no fue tierno”.

No me dejes callado, inmóvil. Explótame y siénteme tuyo, ámame con ternura y no desprecies ni una de las palabras que te muestro sin solemne muestra. Ahora, justamente callados en la abominación de los recuerdos y el renacer de los sentimientos, dime algo que me estremezca o no digas nada y deja que el tiempo borre el recuerdo de este amor pasajero, que pudo ser duradero. Ahora que los dos nos miramos con ojos pares, con sabores diferentes y olores mezclados. Bésame jugosamente los labios mientras jugueteo en los tuyos, mientras me baño en tu lengua, mientras disfruto el paisaje de tu piel al anochecer.

Pero si quieres solo dejarme a la mala muerte, no culparé a tus sentidos, a tu mano dura y tu decisión frívola, pues comprendo que nuestros caminos han sido diseñados en otros caminos más angostos y distantes que deparan en otras albercas, en otros bares, en otros tiempos, en otros lugares. Será mejor que me dejes, con el corazón en llamas, al borde del camino empedrado, a la rivera del río de la vida. Será mejor que no hagas movimientos muy sutiles, así no tendré tiempo de amarlos lo suficiente. Mejor deja ir las letras, exprime las palabras, reutiliza las líneas si es que el villano de esta historia ha logrado amarte como tú lo deseas. Pero ojalá no me dejes en el imposible, en el improbable, en el innombrable. No me dejes quieto, no me dejes solo. No decidas nada que te apresure a sentir lo que quiero que sientas, simplemente déjalo fluir libre, pues el sentimiento por si solo se perderá en las exequias del laberinto de flores funestas. Pero no busques luego arrepentirte entre llantos infantiles y risas apasionadas. No me ames cuando ya no exista mi ser, cuando ya no te pueda tener en mis brazos. Y comprendo todo tan bien, que nunca tampoco me enamoraría de un extraño, ni caería bajo el hechizo de alguien tan poco sensato.

Ahora solo vete, siéntate en un rincón, medita, distribuye las imágenes y siéntete libre, dulce artista.




Alejandro Higuera S. 

CEGUERA


Fuiste, pacíficamente, luz. Llenaste de clama e incitaste a la alegría. Te miré, tiernamente, dispuesto a sentirte entrar por mis pupilas, honroso de tu hermosura. Pronto, sin que me percatará del daño, me cegaste. Ya no podría volver a verte sin sentir temor, sintiendo día a día el pesado cuerpo de la oscuridad sobre mi inseguridad creciente, y es que no para de crecer la oscuridad en mi alma para atormentarla sutilmente en mareas indescriptibles de soledad innombrable. 

Fuiste luz que cego mis ojos a la felicidad. Luz divina y bendita que quisiera volver a ver sin sufrimiento, sin sumirme en este tormento escalofriante de sentimientos llenos de vanidad y ruptura. Eres luz que inunda cada espacio de mi alma, que poco a poco ha decidido convertirse en el todo, en la nada de esta ilusión. Fuiste quien vi antes de ser este ciego estúpido, que ahora solo te busca en cada recuerdo, en cada beso, en cada abrazo, que te mira con desespero en la oscuridad, que te menciona y describe entre las sombras angustiadas. 

Luz, no busques apagarte otra vez mientras duermo, sigue prendido para que al menos no me sienta solo, para que alivies el clamor de mis inútiles ojos, búscame quitándome el frió, llenándome otra vez de calma y devuélveme la vista para seguir siendo quien admire tu belleza, para encontrarnos juntos después de tantas peripecias, acrobacias, maniobras... Porque bendita es la aventura nuestra y maldito tu hechizo que me ha dejado ciego.