EL FRÍO


El frío había entrado en mis huesos y buscaba matar cualquier sentimiento. Incapaz de florecer, sucumbía la flor al intentar, como única salida, el dolor de perecer y marchitarse en la tierra árida que le había regalado la vida y la maldición de la ilusión.

Tu presencia se deslizaba. Mis ojos seguían viéndote. El deseo crecía en mí. Me perdía en tus ojos, en las fantasías que nacían en mi cabeza… Cada movimiento de tus labios, cada cruce de miradas, que no sé si me miran.

El frío vuelve, trepa por mis piernas buscando ahogarme, buscando alcanzar mi cuello y asfixiarme. El frío sube lentamente, me mata y llora está, mi alma, grita desesperada pero sin sonido. Retumban en mis oídos el sonido de unos pasos lejanos. Mi alma busca escapar, huir, de ese frío que trepa por los huesos.

Sabía que este frió alcanzaría mi alma y entonces, solo entonces, con el corazón en el pecho y esté frío en mi cuerpo, moriría… Sin dejar rastro, ni lágrimas, ni sentimientos, ni un recuerdo triste y mucho menos unas palabras para ti mi amado. Pues de que serviría dejarte todo cuando para ti ya no hay nadie que habite este cuerpo, cuando para ti ya estoy muerto…

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