Creo que, como eres artista- lo digo por tu
maravillosa habilidad de convertir el papel en obra- no necesitare desbordarme
en palabras precisas, pues ya estás acostumbrado a sentir imágenes y a
deslizarte por el gran sabor que deja todo lo abstracto, todo lo que se dice
sin palabras justas.
No quiero que decidas romper las palabras, ni que
muestres sin timidez un asco profundo ante esta irrupción arbitraria en tu
cotidianidad. Vale la pena aclarar, con las palabras precisas, con el suspiro
lento y la decisión justa, que mi intención no es solamente la de molestarte.
Quiero, más que por ti, por mí, expulsar del cuerpo todo rastro que pueda
causar tu alma para recordarme este sentimiento, que solo logra amarrarme a la
nostalgia nocturna, al sin sabor matutino. Suena sencillo, pero es mucho más
difícil cuando mis ojos inquietos desean, cada segundo más, tenerte, poseerte y
amarte, dejando de lado este silencio obtuso, esta mirada oculta.
Creo que ahora, que vuelvo a verte con estos ojos
enamorados, me parece particular todo el desarrollo de tu anima, de tu ser. Me
entretengo con las miradas que gastas, me pierdo tontamente en tu forma de sonreír…
Créeme cuando te digo que no lo haría, pero verte es una aventura, no por el
simple hecho de admirarte, sino por todos esos bellos momentos en los que por
mi mente pasa la idea de imaginarnos y logro vernos a través del tiempo.
La verdad es que me siento como un imbécil volviendo
otra vez a tu maldito recuerdo, que no se extingue, que no muere, que como la
flama de mi deseo, no se apaga. Solo fue necesario verte para que el
sentimiento se sintiera libre de crecer ¿Sabes? Esto me parece solo un vaivén
de sentimientos inútiles, desperdiciados, desgastados… Jamás lograrás entender
este silencioso parloteo de miradas y, a pesar de todo, soy consciente que debo
dejar esta ilusión, esta temible obsesión.
A ratos sueño que soy otro, que despierto un día
y soy ese que logra quitarte el sueño. Así son las cosas, simples, remotamente
confusas y estúpidamente complejas, porque quiero prohibirme el verte, porque
ya no quiero caer en el hechizo que emanan tus ojos, tu figura, tu ser, solo
quiero amarte, pero es que nos desconocemos, nos ignoramos.
Creo que, llegado a este punto, puedo leer y no
encuentro un sentido a la carta que estoy escribiendo con tanto esmero… Pero es
que solo necesito saber que tus ojos leen estas líneas atropelladas. No quiero que pienses que intento enamorarte,
odio luchar por imposibles, te escribo para sentir que existe una posibilidad,
para que mi esperanza no esté llena de lugares baldíos.
Es
curioso pensar que crees que la gente no se da cuenta cuando lo dice cada parte
de tu ser, como un suspiro, como un grito ahogado. Tus pantalones remangados-tu
forma entera de vestir- la extraña manera que tienes de sonreír, de caminar, de
vivir siendo solamente amor y pasión. Eres todo tu una perfecta armonía, una
musicalidad, la más bella de todas las melodías. Has de saber que solo ha
bastado verte un poco, estudiarte en silencio para descubrirte en este
conocimiento hermoso y profundo, porque hasta cuando callas, hablas. Cuando te
exaltas con el color de una caratula, y
ahí busco, donde reside tu ser, no un fanatismo acelerado, un conocimiento
hermoso y profundo.
Mira,
las cosas son así de simples, pero no creas que por eso no habrá decisiones que
tomar y cosas que decirnos el uno al otro. Digo que son sencillas porque lo que
quiero confesar no es más que un sentimiento que haces surgir de la nada, que
me lleva al éxtasis y me recoge en un orgasmo silencioso y estruendoso. Y hasta
ahí todo es sencillo y maravillosamente rosa.
Luego
es que tienen que venir todo este atropello social de decidir querernos o dejar
esto en la Ilusión y el posterior dolor profundo de este cuerpo engargolado que
solo desea que compartas ese calor que le sobra a tu dulce piel. Pero no me
engañes, no te engañes tímidamente cansado de un mar de sentimientos revueltos,
de pesares maltrechos... No te ciegues para que me veas a través de esos ojos
menos físicos.
Contrario
a tu naturaleza yo no tengo nada que mostrar, no tengo un rostro dionisíaco peso de mármol, ni poseo la algarabía que poseen tus hermosos cabellos, ni el
ritmo y la musicalidad de tus labios... Yo solo tengo palabras para enamorarte,
sentimientos para brindarte, nada más...
Pero no
me odies callado, ni me ames sin silencios. No te guardes en la oscuridad, ni
practiques las bondades de la luz. Ahora, que ya he dicho todo, que me quedan
solo lapsos de tiempo para pensar en la lujuria, que solo quedan espacios para
volverme a mi, a pensar en este amor a primera vista, estos ratos en los que
Benedetti me susurra al oído sus palabras ciertas… “Creo que tenés razón, la
culpa es de uno cuando no enamora y no de los pretextos ni del tiempo. Hace
mucho, muchísimo que yo no me miraba como anoche al espejo y fue implacable
como vos, más no fue tierno”.
No me
dejes callado, inmóvil. Explótame y siénteme tuyo, ámame con ternura y no
desprecies ni una de las palabras que te muestro sin solemne muestra. Ahora,
justamente callados en la abominación de los recuerdos y el renacer de los
sentimientos, dime algo que me estremezca o no digas nada y deja que el tiempo
borre el recuerdo de este amor pasajero, que pudo ser duradero. Ahora que los
dos nos miramos con ojos pares, con sabores diferentes y olores mezclados.
Bésame jugosamente los labios mientras jugueteo en los tuyos, mientras me baño
en tu lengua, mientras disfruto el paisaje de tu piel al anochecer.
Pero si
quieres solo dejarme a la mala muerte, no culparé a tus sentidos, a tu mano
dura y tu decisión frívola, pues comprendo que nuestros caminos han sido
diseñados en otros caminos más angostos y distantes que deparan en otras
albercas, en otros bares, en otros tiempos, en otros lugares. Será mejor que me
dejes, con el corazón en llamas, al borde del camino empedrado, a la rivera del río de la vida. Será mejor que no hagas movimientos muy sutiles, así no tendré
tiempo de amarlos lo suficiente. Mejor deja ir las letras, exprime las
palabras, reutiliza las líneas si es que el villano de esta historia ha logrado
amarte como tú lo deseas. Pero ojalá no me dejes en el imposible, en el
improbable, en el innombrable. No me dejes quieto, no me dejes solo. No decidas
nada que te apresure a sentir lo que quiero que sientas, simplemente déjalo
fluir libre, pues el sentimiento por si solo se perderá en las exequias del
laberinto de flores funestas. Pero no busques luego arrepentirte entre llantos
infantiles y risas apasionadas. No me ames cuando ya no exista mi ser, cuando
ya no te pueda tener en mis brazos. Y comprendo todo tan bien, que nunca tampoco
me enamoraría de un extraño, ni caería bajo el hechizo de alguien tan poco
sensato.
Ahora
solo vete, siéntate en un rincón, medita, distribuye las imágenes y siéntete
libre, dulce artista.
Alejandro
Higuera S.
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