Y mis poemas siempre eran iguales, alabando tus ojos o perdiendome en las rugosidades de tu piel, respirando tu aire, oliendo ese perfume calido y perfecto, doliendome el alma, entristeciendome con tus lagrimas, alegrandome con tus sonrisas y confundiendome con tus miradas, llorando, llorando cada dia mas porque no estabas a mi lado, porque no me querias, porque no existia ese algo escandaloso, tenebroso, triste.
Lo que te escribia nunca te lo mandaba y por eso quedaba con tinta en mi corazón abollado, lleno de tinieblas y locuras, de deseos locos y sueños inalcanzables.
Lo que soñaba jamás lo mencione por temor a que no se volviera real, por temor de que la belleza de ese recuerdo momentaneo fuera triste o unico.
Y mis poemas seguían siendo los mismos, sin locura, sin amor, sin nada que pudiese levantar sospechas. Tus miradas a pesar de todo, generaban en mi esa locura tan triste, tan loca, tan oscura…sospechosa, única.
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