Tu piel es como las hojas marchitas de otoño, tu piel, a pesar de eso luce suave, aviva mi deseo y descontrolan mis sentidos con el solo hecho de verte.
Sé que no tiene nada de ético, pero la vida no es algo que me llene de pensamientos, mi vida eres tu, verte construye y destruye mi vida.
Y sé que corres chistoso, que sonríes muy poco y que hablas solo para lo necesesario, que te guardas muchas cosas, que tienes pocos amigos, que tienes un dueño o que al menos eso parece.
Como el color de tu piel y de la mía, mi corazón se ha marchitado, se ha opacado tras un ocasote frío que mata e incinera mis pocas ilusiones. Un frío que cala los huesos y despierta los ojos, no esos que te ven fijo todos los dias esperando por los tuyos, abre los ojos a una realidad inimaginable.
He muerto perdido en una ilusión triste y vacía. No me rendiré, no, luchare hasta tenerte, hasta poder hablarte sin miedo, hasta que mis sueños contigo se hagan uno a uno real.
Tu pelo, tu pelo de un liso tremendo me lleva por mares donde lo nuestro es posible, donde “tu dueño” no exista, lejos de este mundo amargo.
Tu pelo, café, el mar sin olas, el del olor hermoso y tiernamente floral.
Mi corazón no se rendira hasta volver a verte, luchare con mi alma, conmigo, pero sabes, o tal vez no, que sera difícil, porque mas que amarte te deseo para mi, para poder besar tus dulces labios, tocar siquiera tu suave mano o transportarme donde me lleve tu pelo, tu piel tan suave y extraña como tu sonrisa perdida o tu mirada ausente.
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